SAFE FALL

  JUSTIFICACIÓN

Las caídas están presentes como parte de las acciones motrices a desempeñar por los practicantes de algunas disciplinas físico-deportivas. Las encontramos en deportes tan conocidos como el fútbol (en las acciones de los porteros), el voleibol (las recepciones en plancha) o, por ejemplo, el atletismo (salto de altura y longitud).

Entre estas disciplinas encontramos una que pone especial atención en su enseñanza como parte del acervo motor de sus practicantes. Nos explica Thabot (1999:70) que, en la disciplina del judo, el individuo (en este caso el defensor), puede caer si la acción del atacante se lleva a cabo de forma correcta. Por tanto, conviene aprender a caer incluso aunque el fin del combate sea evitarlo.

En la práctica de este deporte, las acciones de control sobre las caídas que puedan producirse en su práctica se denominan “ukemis” y son parte de los elementos técnico-tácticos que la componen, entendiendo estos como aquellas partes esenciales e imprescindibles de la acción técnico-táctica, que interrelacionados en un sistema biomecánico de entrenamiento son la base de la estructura motora de la técnica y de la práctica en el judo (Miralles, 1995). Podemos entender estas acciones como formas de caer sin sufrir daño, dicho en otras palabras, un trabajo específico para aprender a caer de manera controlada, minimizando los daños producidos por la caída.

Autores como Uzawa (1981:28) o Lasserre (1975:28) manifiestan la importancia trascendental de dichas acciones, señalando este último que son “lo primero que se debe aprender” en la práctica de esta disciplina. Carratalà (2000:51) expresa que representan el método más racional de amortiguar el choque contra la superficie en la que se produce la caída, en el caso de la práctica del judo “el tatami”.

Aunque con ligeras variaciones, existe un amplio consenso entre la bibliografía especializada en catalogar estos “ukemis” según la acción que se realiza en “ushiro ukemi” o caída hacia atrás, “yoko ukemi” o caída lateral, “mae ukemi” o caída hacia delante, y “mae mawari ukemi” o caída rodada hacia delante. En el caso de estas dos últimas, el aprendizaje se realizará tanto por el lado derecho como por el lado izquierdo.


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Taira (2009:112) señala que para suavizar las caídas es esencial la acción de los brazos y el movimiento de giro del cuerpo.


  1. Suavizar el choque con los brazos. Por el golpe con los brazos se disminuye notablemente la potencia con el que el resto del cuerpo llega al suelo ya que se opone a esta fuerza de caída una ascensional, que es la que ejercen los brazos al golpear; por eso, cuanto más fuerte sea el golpe que se da contra el suelo con las manos, tanto menor será el impulso con que nuestro cuerpo llegue al suelo y, por tanto, menores las posibilidades de lesión. Investigaciones llevadas a cabo por diferentes autores avalan esta conjetura. Hashimoto et al. (2015) demostraron que la fuerza impulsiva generada por el contacto de la mano puede contribuir en gran medida a la disminución de la fuerza impulsiva de la cabeza durante el movimiento de caída. Koshida et al. (2014) sugieren que el contacto de la mano puede estar asociado con la desaceleración de la cabeza durante las caídas hacia atrás del judo (...) en teoría, el contacto con la mano disminuiría el impulso de la caída hacia atrás y disiparía la tensión aplicada al cuerpo.
  2. Suavizar el choque por el movimiento de giro. Es importante realizar las caídas con el cuerpo completamente doblado, como si fuera una esfera, ya que, si se cae tenso y estirado completamente, el cuerpo sufre un impacto fuerte y las vibraciones se transmiten hacia la cabeza; sin embargo, si por el contrario se dobla el cuerpo completamente, se evitará enormemente el efecto de resonancia, al absorber el cuerpo relajado la vibración y, además, al transformar la fuerza de caída en fuerza rotacional y, por tanto, girar. Nos explican Groen et al. (2010) que una de las características más importantes de las técnicas de caída de las artes marciales son el movimiento de balanceo y la protección de la cabeza. La flexión del tronco y el cuello también evitan que la cabeza impacte contra el suelo. Se ha demostrado que una respuesta en cuclillas reduce la velocidad de impacto hasta un 18% en las caídas hacia atrás, pero su eficacia depende de la fase del descenso en la que se inicie (Robinovitch et al., 2004) y de la fuerza muscular articular disponible (Sandler y Robinovitch, 2002). Al reducir la velocidad y la aceleración que sacuden la cabeza durante la práctica del judo, disminuyen el momento angular de la cabeza y el momento periférico del cuello, lo que se traduce en una reducción de los daños en la cabeza (Gennarelli y Thibault, 1982).


Desde un punto de vista metodológico, el aprendizaje de los “ukemis” se aconseja en tres tiempos. Iniciamos el proceso desde la posición de sentados, subimos ligeramente el centro de gravedad para situarnos en la posición de cuclillas y finalmente se realizarán en posición erguida (Lasserre, 1975:29). Este proceso inicialmente se trabajará de manera individual y se complementará con la ayuda de algún compañero.

Importante la consideración que hace Miralles (1995) al referirse a la diferencia entre “caer” y “ser proyectado”, sobre todo, por la diferencia de energía cinética, que se produce en una forma u otra. Al “caer” uno solo, la energía cinética producida es menor. En cambio, al “ser proyectado” la energía cinética es mayor, porque se suma la masa del cuerpo de la persona proyectada que cae con la fuerza muscular ejercida por la persona que proyecta y la de su desplazamiento en el sentido de la proyección.

A continuación, expondremos algunos de los principios que deberían considerarse en el estudio de las caídas, según este último autor:

  • Si el impacto de la caída se distribuye por una superficie amplia, la magnitud de la fuerza en cualquier lugar determinado del cuerpo se reduce.
  • La peligrosidad de las caídas depende mucho de la deformidad y comprensibilidad de la superficie de impacto.
  • La gravedad del traumatismo resultante de una caída depende principalmente de la parte anatómica que recibe el impacto.

En la práctica del judo, la caída es generalmente considerada como evolución propia de la actividad y orientada especialmente a dar seguridad al practicante que está llamado a ser proyectado, pero el alcance real y utilidad del concepto deben ser vistos en forma más amplia, pudiendo destacarse los recursos formativos que implica y hacer énfasis en su importancia como elemento básico (Kolychkine, 1989:41). Añade este autor, que el dominio de las caídas permite ofrecer al atleta proyectado ciertos beneficios, entre los que destacamos “la protección contra accidentes”. Entendemos que dicha protección inicialmente es percibida en la práctica deportiva específica, pero que se extiende más allá de la práctica explicita.

Es cierto que la práctica del judo se realiza sobre una superficie especializada que, entre otras finalidades, ayuda juntamente con el aprendizaje de los “ukemis” a minimizar las lesiones por impacto en las acciones de proyección a las que se ven sometidos sus practicantes, pero a modo competencial puede ser útil en cualquier situación que se produzca cotidianamente. Así lo señalan investigaciones como las llevadas a cabo por Mroczkowski & Taiar (2023) quienes aconsejan la conveniencia de introducir en la enseñanza de la educación física reglada el aprendizaje de las caídas para disminuir los efectos nocivos de estas y practicarlas a lo largo de la vida como parte de la propia seguridad personal.